Coín está situada en el fértil valle del Río Grande
y hay evidencias de que ya existió algún tipo de asentamiento en
la zona antes de la conquista romana.
Sin embargo, fueron los romanos los que le dieron el primer nombre que se le
conoce: Lacibis. Durante esta época se convirtió en un centro
de tránsito de mercancías, sobre todo minerales que eran transportados
desde unos 5 kms al sur hacia la Sierra Blanca. Se ha encontrado mármol
de este área en las ruinas romanas de Itálica, que se encontraba
junto a la actual Sevilla y que fue el lugar de nacimiento del Emperador Adriano
en el año 76 A.C. El transporte de mármol y las minas de hierro
continuaron su actividad hasta bien entrado el siglo XIX.
Durante la época de dominio visigodo de la Península, el lugar
cayó en el olvido y parece ser que incluso fue abandonado. Cuando los
moros la reconstruyeron en 929 A.C. la mayoría de su patrimonio romano
había desaparecido y lo que quedaba fue destruido durante la reconstrucción.
En 1485 Se vivió un momento histórico determinante en la región.
Las tropas cristianas avanzaban sin oposición conquistando pueblos y
ciudades. Coín fue tomada después de un asedió en el que,
según la leyenda, participó nada menos que Cristóbal Colón.
Uno de los lugares más pintorescos aunque sombríos en Coín
es el Santuario de Nuestra Señora de Fuensanta. La capilla es muy bonita
y está muy bien conservada. Esta situada sobre una colina cercana al
lugar donde se celebra la Feria Anual. Las vistas son muy hermosas, pero se
ven un tanto ensombrecidas por la presencia de una casa abandonada cercana donde
en 1893 se cometió el asesinato del párroco local. Este crimen
se relató en el libro de Bartolomé Abelenda, El Crimen de Coín.
Coín es una población que está redescubriendo su pasado.
En 1999 La Concejalía de Cultura comenzó a decorar los muros de
la localidad con mosaicos que muestran diferentes episodios históricos.
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